De la Creatividad en las Comunicaciones Internas

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La creatividad es una habilidad típica de la condición humana, como lo dijo Bronowski —el matemático y humanista británico de origen judío—: “A mí me parece un error pensar en la actividad creadora como algo fuera de lo común” y es que evidentemente la gente común y corriente tiene buenas ideas todos los días, a toda hora. Siempre está creando, descubriendo e inventando soluciones.

En ese sentido, claramente nosotros, quienes estamos dedicados al arte de la comunicación, no somos la excepción. Nos enfrentamos a equipos de trabajos tan diversos, tan diferentes que la creación es casi nuestro desafío del minuto a minuto. Acaso, la pregunta recurrente no es:

¿Y ahora cómo logro que…?

Pues bien, encontrar la combinación perfecta entre esta gran habilidad humana: la creatividad y la disciplina del endomarketing, no es un reto menor. Requiere de más habilidades de las que suponemos y en definitiva demanda inexcusablemente de mucha inteligencia social, de esa maestría humana para comprender a los otros, entender sus dinámicas, formas de comunicación y, en últimas, saber cuáles son esas costumbres y reglas sociales que viven en el corazón de las áreas de una empresa.

Esto, desde mi punto de vista, es una aptitud que por nuestra frenética dinámica olvidamos. Esta inteligencia social debe partir de dos acciones clave: escuchar y compartir. Pero ¿cómo lo logro si el día a día no me lo permite? ¡También lo vivo! Tranquilos. Sin embargo, qué tal si cada día, cuando vamos a las oficinas, compartimos decididamente en lugares diferentes a los que frecuentamos, tomamos café con personas de otras áreas, conocemos a otros que también comparten el mismo lugar de trabajo y desde ahí empezamos, de manera muy práctica, a conocer más allá de las encuestas cómo se sienten los otros, qué piensan sobre lo que hacen, cómo ven la empresa. ¿Difícil? No lo creo, todo es cuestión de decidirlo y hacerlo.

¿Qué conseguiremos con esto?

De esta manera tan práctica, tan sencilla como todo lo esencial, empezamos a conocer para conectar. De ahí, de esos espacios surgen mágicamente dichos, costumbres y dinámicas que claramente serán ese insumo para que la creatividad genere ideas increíbles. Al final este es nuestro trabajo, buscar el enganche perfecto, entre la estrategia de endomarketing y el activo más importante de las empresas: sus colaboradores.

La máxima para crear entonces es conectar genuinamente con todos, visitar, escuchar y, sobre todo, como nos lo enseñó el gran Sócrates: preguntar. Sí, preguntar para conocer, para entender y saber cuál es el pulso que está moviendo a nuestro público.

El resultado de estas observaciones es el material que realmente nos ayudan a encontrar los puntos de y principalmente a ser pertinentes en nuestras comunicaciones, a saber qué decir y cómo decirlo a nuestro público, para encantarlo, para hacerle entender que no son un número más, sino que son otros pares humanos que merecen mensajes que sean “música para oídos”.

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